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Читать онлайн «Un pequeño burócrata»

Автор Роберт Силверберг

La gente me mira ferozmente por las calles. En cierto modo, me consideran responsable de todo esto. Me señalan y murmuran; unos días más y me escupirán y maldecirán, y si no se produce pronto alguna especie de alivio, puede que hasta lleguen a arrojarme piedras. Y yo quisiera gritarles: «Mirad, sólo era mi esposa del mes, y actuó completamente por cuenta propia. Os aseguro que no tenía la menor idea de que pensara hacer una cosa así». Y, sin embargo, ellos me acusan. En las ricas casas de Morton Court, cenarán criaturas robadas en Ganfield hoy mismo, y a mí se me considera el responsable.

¿Qué haré? ¿Hacia dónde puedo volverme?

Puede que tenga que huir. Pero el pensamiento de cruzar los límites del distrito me produce escalofríos. ¿Temo el peligro de la muerte, o sólo la pérdida de todo lo que me resulta familiar? Probablemente ambas cosas: no tengo ningún ansia de morir y ningún deseo de abandonar Ganfield. Y, sin embargo, me iré para encontrar refugio. No importa lo difícil que pueda ser, si es que puedo cruzar los límites sano y salvo. Si continúan acusándome a mí del crimen cometido por Silena, no me quedará otra elección. Creo que preferiría morir a manos de extraños, que perecer a manos de mi propia gente.

2

Esta noche sofocante me encuentro en la parte superior de la Torre Ganfield, buscando un poco de brisa fresca y el refugio de la oscuridad.

Medio distrito ha tenido la idea de escapar del calor viniendo esta noche aquí arriba; para alejarme de los ojos furibundos y de los labios apretados, he subido al quinto parapeto, donde habitualmente sólo trepan los atrevidos y los tontos. Yo no soy ninguna de ambas cosas, y sin embargo aquí estoy.

Mientras me muevo lentamente alrededor del borde de la torre, sujetándome débilmente de la estropeada barandilla, puedo contemplar todo nuestro distrito. Ganfield es un cuenco playo en cuanto a su forma, elevándose lentamente a partir del punto central que es la torre, hasta una altura situada en el perímetro del distrito. Dicen que antiguamente un amplio lago ocupaba el lugar donde ahora se encuentra Ganfield; fue drenado y cubierto hace siglos, cuando se agudizó la necesidad de encontrar nuevos espacios para vivir. Ayer oí decir que se están utilizando grandes bombas para impedir que el antiguo lago penetre a través de nuestros sótanos, y que no tardarán mucho en fallar o quedar fuera de servicio por cuestiones de mantenimiento, y entonces nos veremos inundados. Quizás suceda así. Antiguamente, Ganfield devoró el lago; ¿devorará ahora el lago a Ganfield? ¿Caeremos en las aguas oscuras, seremos tragados, y no habrá nadie que se lamente por nosotros?

Extiendo mi vista sobre Ganfield. Esas altas cajas de ladrillos son nuestros habitáculos; de veinte pisos de altura, parecen enanas desde el punto dominante en que me encuentro. Esa franja de tierra, negra a la humeante luz de la luna, es nuestro pequeño y lastimoso parque comunitario. Esos edificios de techos bajos son nuestras tiendas, reunidas atropelladamente en un racimo. Esa es nuestra zona industrial, si es que lo es. Esa enorme sombra rechoncha situada hacia el norte de la torre es Ganfield Hold, donde nuestras computadoras van quedando fuera de servicio una tras otra.