Cuando Boris Izcovich dijo la palabra «Pausa», Mia Fredricksen, de cincuenta y cinco años, enloqueció. Porque lo que deseaba su marido era una Pausa en su matrimonio, después de treinta años sin adulterios y una hija encantadora. Hay que decir que la «Pausa» de Boris es francesa, compañera de trabajo, joven y con buenas tetas. Pero la locura de Mia no fue más que una breve psicosis, y ese verano regresa a Bonden, la ciudad de su infancia, donde aún vive su madre en una residencia para ancianas activas e independientes. Mia alquila una casa, se relaciona con sus vecinos, una joven recién casada con dos niños y un marido que le despierta sospechas de maltrato, y visita a su madre y a su grupo de amigas. Recupera los recuerdos de su infancia, y descubre algunos secretos de la femineidad de otras generaciones. También dirige un taller de poesía con un grupo de estudiantes. Y con todos estos incidentes, historias y vidas, Mia urde esta veloz, brillante comedia feminista, de inesperado final…
Siri Hustvedt
El verano sin hombres
ePUB r1. 1
Ariblack 05. 12. 13
Título original: The Summer Without Men
Siri Hustvedt, 2011
Traducción: Cecilia Ceriani
Editor digital: Ariblack
ePub base r1. 0
Para Frances Cohen
LUCY (IRENE DUNNE): Te sientes confuso, ¿no es así?
JERRY (CARY GRANT): Ajá. ¿Y tú no?
LUCY: No.
JERRY: Pues deberías, porque te equivocas si piensas que las cosas son diferentes sólo porque no sean iguales. Las cosas son diferentes, pero de un modo diferente. Tú sigues siendo la misma, pero yo he sido un estúpido. Bueno, ahora ya no lo soy.
Así que, siempre que yo sea diferente, ¿no crees que todo podría volver a ser como antes? Sólo que un poco diferente.
La pícara puritana
Dirigida por Leo McCarey
Guión de Viña Delmar
El verano sin hombres
Poco tiempo después de que él dijera la palabra «Pausa» me volví loca y tuvieron que ingresarme. No dijo no quiero volver a verte más ni se acabó, pero después de treinta años de matrimonio sólo me bastó escuchar Pausa para convertirme en una lunática cuyos pensamientos explotaban, rebotaban y chocaban entre sí como palomitas de maíz saltando dentro de su bolsa en el microondas. Hice esta penosa reflexión mientras yacía en mi cama del Pabellón Sur del hospital, tan saturada de Haldol que era incapaz de moverme. Las odiosas y monótonas voces que escuchaba se habían atenuado, pero no habían desaparecido del todo, y cuando cerraba los ojos veía personajes de dibujos animados corriendo por colinas rosadas para luego desaparecer entre bosques azules. Al final, el doctor P. me diagnosticó un Trastorno Psicótico Transitorio, conocido también como Psicosis Reactiva Transitoria, lo que viene a significar que realmente estás loca aunque no por mucho tiempo. Si el trastorno dura más de un mes es necesario buscarle otra etiqueta. Por lo visto suele existir un detonante que dispara ese tipo de psicosis o, como se dice en la jerga psiquiátrica, un «factor estresante». En mi caso fue Boris o, mejor dicho, su ausencia, porque Boris estaba tomándose su Pausa. Me tuvieron encerrada una semana y media y luego me dejaron salir. Durante algún tiempo acudí al hospital como paciente en régimen ambulatorio hasta que di con la doctora S. , con su voz suave y musical, su sonrisa contenida y un buen oído para la poesía. Ella consiguió que me pusiera en pie y de hecho todavía hoy me mantiene en pie.